EN EL CLAUSTRO-UNA VIDA TRAS LAS REJAS

Te imaginas no haber violado ninguna ley y sin embargo vivir tras unos muros que te separan del mundo entero. Y más aún, te imaginas que este escenario lo has escogido por decisión propia como muestra de amor a Cristo dentro de la religión católica.

Aquello que imaginaste es una realidad para las monjas de claustro. No pueden salir a caminar por las calles, ni tener ningún tipo de contacto con el exterior. Cualquier petición especial debe ser autorizada por el arzobispo.

Con este preámbulo llegamos al Monasterio de Santa Catalina, ubicado en la ciudad de Arequipa en Perú. Fundada en 1579 se la considera una ciudadela dentro de la ciudad y fue construida a base de SILLAR, una roca volcánica, ligera y porosa que abunda en esta zona. Si quieres saber quien fue Santa Catalina puedes hacer clic AQUI.

En la actualidad se puede visitar la parte más antigua del Monasterio para conocer un poco de su historia, ya que las mojas de claustro aún ocupan un espacio en este y por supuesto está prohibido. Cuando empecé a recorrer este lugar, no pensé que tantas dudas surgirían en mi cabeza acerca de este tipo de vida.

Lo primero con lo que te encuentras es el locutorio para que las monjas pudiesen recibir visitas pero sin ningún tipo de contacto. Es una especie de corredor que a lo largo de su pared tiene unas rejas de madera con gruesos barrotes que dificultaban la visión al exterior(en donde se colocaba la visita) y viceversa. Si quieres conocer como era este lugar dale clic AQUI.

Tan rígidas son las reglas que deben acatar estas mujeres, que en la antigüedad incluso en el fallecimiento de sus padres, tenía prohibido asistir. En la actualidad puede pedir autorización al Vaticano. Esto te sorprendió, espera a que leas lo que sigue.

Las imágenes en la parte superior son el espacio donde funcionaba una pequeña enfermería, con la ayuda de un extractor obtenían las esencias de varias plantas medicinales cosechadas en su huerto. Si la enfermedad de la monja requería atención de un doctor; se lo manifestaban al arzobispo para que el decidiera y lo autorizara. En la actualidad se les permite a las monjas asistir al médico si es estrictamente necesario como el caso de una operación.

Las monjas llegaban a este lugar a muy corta edad, por lo general desde los 17 años y no salían nunca más. Por lo tanto el mundo para ellas eran estos callejones, patios, cocinas y habitaciones; este era el espacio que verían y compartirían por el resto de sus vidas. Incluso el espacio para bañarse era compartido; si lo quieres conocer puedes dar clic AQUI.

Pero sin duda las habitaciones fueron lo que más llamó mi atención, espacios llamados celdas, sumamente reducidos y obscuros, en donde la sencillez es una característica; decorada por una pequeña cama bajo un arco, como medida de seguridad por los múltiples sismos que soportaban; algunas conservan las sillas de oración, un velador y una mesita. Pero no solo eso guardan estas paredes, ya que las habitaciones eran el lugar propicio para el auto-flagelo con la finalidad de entender el dolor de Cristo.

La vida en el claustro sigue rutinas establecidas con horas exactas para cada actividad desde muy temprano con la oración, preparación de los alimentos, tejido, elaboración de vinos y ostias, hasta la hora en la que pueden hablar e incluso jugar y bailar; fuera de esta hora todo se desenvuelve en completo silencio. hasta las 21h00, que se dirigen a sus habitaciones.

No están obligadas a quedarse, si lo desean pueden irse pero su convicción es tan fuerte que se conoce un bajo porcentaje de monjas que hayan abandonado el encierro. Sin embargo yo creo que es momento de salir de esté maravilloso y tétrico lugar.

Horarios de Visita:

Horario regular: De 9:00 a.m. a 5:00 p.m.
Temporada alta: De 8:00 a.m. a 5:00 p.m. 
Martes y Jueves: De 8:00 a.m. a 8:00 p.m.

Precios:

S/ 40 (aproximadamente 12 dólares) solo ingreso. S/ 20 (aproximadamente 6 dólares)

Ubicación: (a pocas cuadras del centro histórico)

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